Indagaciones
efectuadas por diferentes investigadores del tema sobre la distribución
geográfica de las especies de cacao en el mundo han demostrado que la mayor
parte de las especies tiene su origen en Venezuela. Corrigiendo el hecho de que
hasta finales del siglo XX, México fuese considerado como única fuente original
de cacao. Este reciente conocimiento de su origen explica la fama que ha tenido
desde el siglo XVII, especialmente la variedad Criollo, en la cual se destaca
el cacao Porcelana. El Cacao Venezolano, desde 1600 a 1820 ocupó el primer
lugar de exportación. Muchas publicaciones internacionales lo señalan como el
de más alta calidad en el mercado mundial.
Al llegar los
españoles a Venezuela, se encontraron con que el árbol del cacao ya se extendía
en diversas regiones costeras hacia el este, en el centro y el sur de la cuenca
del lago de Maracaibo, en las riveras de sus ríos. Ellos también notaron la
existencia de grandes campos de cacao en las selvas del Río Negro y del alto
Orinoco, los cuales eran conocidos como “monte cacao” o CACAO. Los indios
tomaban una bebida preparada con la semilla del cacao que ellos llamaban
CHACOTE y en los altares de sus dioses ofrendaban manteca de cacao, quemada en parrilleras
de barro. Al igual que los aztecas, los indios venezolanos utilizaban los
granos de cacao como moneda y también preparaban una bebida con fines
medicinales, religiosos y cosméticos.
En Venezuela en
el siglo XVIII, 150 almendras equivalían a un real de 1960. En 1626 se señalaba
que los agricultores abandonaban en Caracas el cultivo del trigo y del maíz,
para concentrarse en el Cacao, cuyo mercado se ampliaba al punto de que Nueva
España (México), se convertía en uno de los mayores consumidores de las bayas
venezolanas en 1622. (MARRERO, L. 1964). La compañía Guipuzcoana de Caracas,
fundada en 1729, fue la primera compañía especializada en el comercio
internacional del cacao. El Gran cacao vino a significar entonces, en la lengua
popular, personaje opulento, enriquecido por el cultivo del Theobroma,
etimológicamente alimento o bebida de los dioses.
Los españoles
establecieron grandes haciendas y exportaban sus frutos a través del lago de
Maracaibo hasta el puerto de Gibraltar y desde ahí a España. Sin embargo,
muchos de los despachos fueron desviados hacia la isla caribeña de Curazao,
colonia holandesa, y de esta manera surgió un contrabando de grandes
proporciones hacia otros países europeos que estaban dispuestos a pagar mejores
precios. Por esta razón fue creada en la colonia española la Compañía
Guipuzcoana, a fin de garantizar el suministro de los productos venezolanos a
España, incluyendo el cacao. Según el escritor venezolano Rafael Baralt
“durante la segunda mitad del siglo XVIII, España no recibía un solo grano de
sus plantaciones en Venezuela, teniendo que comprarlo a los holandeses en
Amsterdam.”
Revelan las
bitácoras de farmacéuticos de la época que el chocolate tiene poder curativo y
durante el siglo XVIII se ofrecían en las boticas diversas variedades como el
chocolate purgante a la magnesia, el chocolate anti-veneno, y chocolate de
avena, arroz y cereal. Se creó hasta un chocolate con extractos de carne,
recomendado para niños y personas convalecientes.
Pero cierto es
que el chocolate y sus derivados son alimentos muy energéticos por su alto
contenido de hidratos de carbono y de grasas provenientes de la manteca de
cacao, aceite obtenido tras exprimir las almendras de cacao molidas. En ella
predominan ciertos ácidos grasos saturados como el esteárico que, a diferencia
de otros ácidos de su misma familia, no tienen relación con el aumento de las
cifras de colesterol en sangre.
El chocolate es
un alimento tónico, dado que contiene teobromina, una sustancia estimulante del
sistema nervioso, similar a la cafeína del café o a la teína del té, que ayuda
a combatir la fatiga. Expertos en Nutrición consideran que el consumo del cacao
en sus diversas variedades es recomendable dentro de una dieta equilibrada y en
cantidades moderadas (20 gramos por persona) para individuos sanos de todas las
edades. Puede ayudar a reducir la tensión arterial, a mejorar la circulación, a
retrasar el envejecimiento, incluso a mejorar el estado de ánimo.
Degustar un buen
chocolate -negro o blanco-, ya sea en barras, moldes (bombones), como
revestimiento de tortas, en helados y postres o simplemente líquido, semeja
vivir un momento exquisito de placer igual al de tiempos aztecas.
Por: Joseth
Ramírez
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